Un paseo con ambiente por San Fausto
Ya hace bastantes años, pero hay sensaciones que uno guarda. En esa época las sierras cercanas a Estella no tenían secretos para nosotros. En bici, andando; montes, grutas, valles. Muy cerca estaban las peñas de San Fausto para que no surgiera la idea de subirlas. La cosa es que no nos conformamos con subir entre arbolado y maleza hasta arriba. No se, pero en esa época solíamos complicarnos la vida de manera premeditada y con alevosía. Así que, como no podía ser de otra forma, complicamos un poco la cosa. Se llega al mirador de Lazkua, y fue aquí donde, siguiendo ese espíritu explorador, fuimos recorriendo la pared infranqueable. Así, llegamos a una zona en la que sin dificultad se llegaba a una especie de terraza que recorría toda la pared a media altura. Entonces, esto era la caña. Íbamos por medio de la pared sorteando dificultades, sin conocer a donde llegábamos, con inquietudes por lo que venía, con miedos a volver; en fin, aventura exploradora en estado puro. Y entonces llega Murphy y nos regala unas gotas de lluvia. Y todo se complica. Y seguimos para adelante. No queremos volver, pero esta posibilidad aparece. Queremos ver que llegamos a una salida. Entonces esta aparece. Estamos casi en la cima, hemos recorrido toda la pared de lado a lado. Es la leche. La adrenalina da paso a la euforia. En ese momento somos los reyes del mundo. Supongo que esto a alguien le sonará.
Hoy he vuelto aquí con Rada. Hacia ya años que no recorría esta vira, y no se si es por eso pero he disfrutado a lo grande. Hay que reconocer que aunque es fácil tiene un par de zonas muy expuestas o muy muy expuestas. De las que pueden convertir un resbalón en un salto base sin paracaídas. Pero es muy bella.