Slovenky Raj, chapoteamos entre los charcos
Café en Podlesok (Slovensky Raj) |
Suenan los rugidos de la tormenta, dando la voz de retirada. Aún con la respiración entrecortada, pero a cubierto. Qué bien sienta cada sorbo del café. Si obviamos que voy calado hasta los mismísimos, aún más. Llueve sobre Podlesok, y ha llovido mucho, una buena tromba de agua.
Quién iba a decir que se pondría la cosa tan fea, cuando el buen tiempo de la mañana nos hizo salir a andar tan veraniegos nosotros: voy con bermudas, eso sí, caladas a más no poder. Quién sabe, igual fue lo más correcto de llevar, al fin y al cabo, voy como si me hubiera metido con la ropa a la piscina.
A la mañana nos acercamos a Podlesok para visitar el «Slovensky Raj», el «Paraiso Eslovaco». Es uno de los parques naturales de Eslovaquia. Frondosos bosques de conífereas recorridos por ríos que van formando una red de cañones y barrancos. Íbamos a hacer una ruta que asciende por la Garganta de Sucha Bella y luego desciende por un barranco más tendido. Era un herbidero de gente, aún siendo un día entresemana. En procesión ascendiendo el cañon por las sucesivas escaleras, troncos y demás artilugios dispuestos a lo largo de la ruta. Cuatro gotas, menos mal que habíamos salido del cañon. Las cuatro gotas se convirtieron en una tromba de agua en toda regla. Con cara de circustancia cobijados bajo unos árboles. «¿Qué hacemos?» Parecía inevitable que nos íbamos a mojar a más no poder. «Pero…. no dicen que bajo un árbol te mojas dos veces». Las ramas y hojas del bosque, que parecía estaban retardando lo inevitable, nos dejaban de lado, conforme nos poníamos cada vez más impacientes. «Tontolaba el último», si nos mojamos al menos no lo íbamos a hacer mirando como tontos al cielo esperando que descampara. «La camiseta sobra, yo a la piscina me tiro con bermudas -y las llevo-. Retirada al coche». Y echamos a correr a paso de caballería, sólo faltaba el toque de trompeta.
Ahora estoy echando un café, esperando a que lleguen estos. Con cara de satisfacción, recordando esa media hora larga en la que he corrido sin mirar atrás, cuesta abajo, en busca del aparcamiento de Podlesok . Corriendo entre regueros de agua que descendían por canales abiertos en el camino, saltando entre los huecos de tierra que dejaban las raices de los árboles; salpicando a cada paso, conforme mis pies iban de allá para acá sobre charcos cada vez más grandes. ¡Chas! ¡Chas!¡Chas!¡Chas!¡Chas!¡Chas! El agua me empapaba, descendía por todo el cuerpo. «De perdidos al río, como un niño que chapotea en un charco…»
En estos momentos es cuando uno echa en falta ese calzado de repuesto, esa camiseta de más que dejaste en casa para que todo entrará en esos 50x40x20cm, en esos 10 kilos escasos de peso de equipaje. El coche sirvió de vestuario improvisado, os podéis imaginar el olor a humedad que había dentro. Luego tocó secar la ropa, y lavar algo, que remedio cuando echas cuentas y ya no queda nada de repuesto. Cada uno se las ingenia como puede, yo utilizo las bombillas de las lámpara de mesilla, mientras veo como sale un vaporcillo de mis zapatillas. «Parece que esto funciona». Pero lo mejor de todo fue la cara que puso el camarero del bar donde cenamos, un bar en la pequeña ciudad de Levoča, cuando García le preguntaba por unos periódicos viejos para secar sus zapatillas. Ya sea porque no nos entendía, ya sea porque no era práctica habitual esa de meter perióidicos en las zapatillas, pero el tipo flipaba.
Post correspondiente a la serie «Eslovaquia, la ruta”
#1 Bratislava, encontrando a la Belleza del Danubio
#2 Eslovaquia Central, las ciudades nacidas del oro y la plata
#3 Podbanské, desde las entrañas de los Altos Tatras
#4 Pico Kriváň, las dos caras de una misma moneda
#5 Slovenky Raj, chapoteamos entre los charcos
#6 Vuelta a Bratislava, hacia donde nos lleva el trazo incierto
#7 Tren Bratislava a Cracovia, una noche movida