San Cristóbal de la Laguna
La isla de Tenerife no es sólo playas idílicas y naturaleza virgen. También es el trazado colonial de su colorida primera ciudad, San Cristóbal de La Laguna, que fue fundada hace más de cinco siglos. Le encantarán las calles peatonales, los palacios, los edificios religiosos y el estilo de vida relajado de los tinerfeños.
Verás cómo la ciudad está dispuesta en forma de cuadrícula, diseñada con instrumentos de navegación marítima. Al pasear por las elegantes calles del centro de la ciudad no puedes dejar de notar la animada presencia de los estudiantes de la bicentenaria Universidad, la primera que se fundó en el archipiélago.
La ciudad fue también un poderoso centro eclesiástico y en ella se construyeron varias iglesias. Las más significativas son la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción y la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de los Remedios. También se puede visitar el austero Convento de Santa Catalina de Siena y la Ermita de San Miguel Arcángel, hoy en día Centro Cultural.
Por donde quiera que mires, encontrarás palacios y casas señoriales con fachadas de vivos colores y porches de piedra.
Uno de los mejor conservados es la Casa de Salazar con extrañas gárgolas zoomorfas que recuerdan el arte mexicano prehispánico.
Otros ejemplos de arquitectura señorial son el Palacio de Lercaro (hoy Museo de Historia y Antropología de Tenerife), el Palacio de Nava y la Casa del Corregidor (el Ayuntamiento).
También se pueden visitar sus dos importantes yacimientos arqueológicos, antiguos asentamientos guanches (los habitantes de las Islas Canarias antes de ser conquistados por España): La Barranquera y el Barranco de Agua de Dios.
La ciudad también se enorgullece de su magnífica zona costera y del Parque Rural de Anaga, que alberga uno de nuestros mayores tesoros: la laurisilva. Una zona extraordinaria, declarada Reserva de la Biosfera, que nadie que visite La Laguna debe perderse.