Pico Kriváň, las dos caras de una misma moneda
La cena de ayer me ha echo polvo, no me ha dejado dormir, y hasta me ha echo saltar de la cama en busca del baño. Así he empezado el día. Y ahora subiendo al pico Kriváň. La parada parece desencadenar todo: un sudor frío corre mi cuerpo, un ligero mareo llega, amago de nausea… ¡ahora no! Dos grupos llegan hacia nosotros, acabamos de pasarlos a toda marcha, me temo que les espera un espectáculo dantesco… No aguanto más, el estómago, vacío, oprimido, parece como si alguien lo estuviera estrujando…!no! Miro hacía derecha e izquierda, pensando como gestionar el tema. Todo acaba. Alivio… La frente sudada, fría, todo ha pasado.
-Ya verás cuando contemos esto a la vuelta -oigo por detrás.
-El montañero… -se ironiza.
No debe ser el mejor día para visitar los Altos Tatras.
Los Altos Tatras, situados la mayor parte en Eslovaquia y el resto en Polonia, relieve severo salpicado de lagos de origen glacial; riscos rocosos que se elevan sobre un bosque subalpino de coníferas que deja aparecer claros que tornan a floridas praderas en verano; clima riguroso de alta montaña en invierno; los «Alpes en miniatura», así los llaman. Y el pico Kriváň (2.495 m), uno de sus símbolos, y de toda Eslovaquia. Tiene una ascensión cómoda, con 1.350 m de desnivel, partiendo de Tri Studničky (1.140m), entre Podbansque y Štrbské Pleso. Comienza la subida por un bosque, para a la salida remontar en una larga diagonal todo el barranco que baja desde su cima. Así, llegamos a la antecima, Malý Kriváň (2.335m), y andando por el espolón sur a la cima del Kriváň (2.495m), en unas 3 horas y algo de ascensión.
La segunda parada es algo más normal, ya de las habituales, y nos encontramos con un grupo de Húngaros.
-Hola, español, no os importa si subo con vosotros el monte. Yo estudié en secundaria, pero no he tenido la oportunidad de practicar.
Y así compartimos la ascensión, de manera más amena, mientras Julianna practica sus dotes lingüisticas.
-A este le llamamos el juerguista, si, no se pierde una -dice García-. Este, el montañero débil.
-Si, montañero débil -dice Julianna, mientras sonríe.
Parece que uno no puede tener ni un signo de flaqueza. Entra en escena nuestro casero, cuando ayer nos recomendaba comprar un queso de untar para preparar un plato típico de la zona. Creo que no le cogimos la idea.
-Conoces esas tostadas de queso con cebolla, pimiento y pimienta -le decimos.
-Pero eso no es muy típico de aquí… -nos dice Julianna.
No, si la idea no la hemos cogido, y hemos creado una bomba de relojería, que ha ido en cuenta atrás hasta que hace un rato ha explotado. Se nos fue la mano con la pimienta, creo, y la ensalada de cebolla con pimiento y tomate no habrá ayudado. Entre conversación y conversación, el desnivel ha ido cayendo, y conforme hemos ido cogiendo altura la niebla se ha ido espesando.
La niebla nos acompañó durante buena parte de la subida, y no nos dió un momento de satisfacción para que pudiéramos ver el valle, bajo nuestros pies, cuando estábamos en la cima. Por lo visto no iba a ser nuestro día, no fue mi día, que en esos momentos aún notaba el vacío en el estómago. Pero la imaginación es libre. Un sorbo, lo saboreo mientras suena el traqueteo del teclado. No es la pinta con limón que me hubiera echado, pero, qué carajo, me debía una, al fin y al cabo no pude celebrarlo como se debía: el temple no estaba para muchos trotes. Cierro los ojos; veo la cruz, simbolo de Eslovaquia, la de su bandera, en el borde, indicando el punto más alto del pico Krivan, sobre un valle que se abre. Las paredes rocosas caen, y se pierden en el abismo. En el fondo, cuando la roca da su permiso, aparecen los bosque de coníferas, de color verdoso, pero intenso, fuerte, como el clima en el que han crecido. En frente, paredes de roca, surcadas por canales que descienden desde las cimas y se funden con la masa boscosa. Algunos lagos, alpinos, de azul intenso, recogen el agua. Hubiera sido así, lo imagino, más idílico, supongo. Sobre mi mano la moneda de bronce de 5 centimos de Euro, con su figura grabada sobre bronce, esa silueta elegante, por que no decirlo. «No fue del todo mal aquel día» -pienso-.
Post correspondiente a la serie «Eslovaquia, la ruta”
#1 Bratislava, encontrando a la Belleza del Danubio
#2 Eslovaquia Central, las ciudades nacidas del oro y la plata
#3 Podbanské, desde las entrañas de los Altos Tatras
#4 Pico Kriváň, las dos caras de una misma moneda
#5 Slovenky Raj, chapoteamos entre los charcos
#6 Vuelta a Bratislava, hacia donde nos lleva el trazo incierto
#7 Tren Bratislava a Cracovia, una noche movida