Elbrus: la guía práctica del trotamundos
Antes de meterme en la vorágine de este viaje, maldecía la escasa información con que contaba. Ya allá, juraba contra la estupidez con que me había embarcado en esta -con lo fácil que habría sido planificar todo un poco más-. Pero que le vamos a hacer, creo que hay muchas «lagunas» en torno a esta zona. Y a mi no me pillan preguntando por una «empresa de aventura», con viaje organizado y demás. De momento, seguimos así de tozudos y cuadriculados, y parece que no nos va nada mal. Así que a la vuelta me dije: «vas a escribir unas pequeñas nociones para visitar el Elbrus a lo trotamundos«. Sin duda, esto puede salvar a alguno de la «gratificante experiencia» de llegar al aeropuerto de Mineralnye Vody y ver que no tiene un «chavo» en la moneda local y, vaya, en el aeropuerto no hay cambio de divisas. O, quizás, llegar y pensar: si todo el mundo tiene a alguien esperándole, aquí, y nosotros solos. O, pero, cómo, si nadie nos entiende, ni quiere entendernos. O, quién sabe, si parece que tenemos que conseguir tal o cual permiso, y la policía nos esta tomando el pelo por pardillos. Y… muchas cosas más.
Tranquilícense, póngase cómodos y no se pierdan detalle de la nueva guía práctica para ir de “tirados” al Elbrus.
Material y aprovisionamientos
Para la ruta que se propone es necesario ir encordado en una parte del glaciar, así que todo lo necesario para ello: cuerda, arnés, piolet… La ropa de abrigo, lo normal para este tipo de ascensiones; depende mucho de la época que escojamos para la ascensión, sin embargo, en cualquier momento, después de un día radiante, sin avisar, nos puede sorprender uno de esos días para olvidar. No olvidemos a la altura que estaremos. En resumen, lo normal: buenas botas, ropa de abrigo, saco, bastones, piolet, crampones,… ¡Ah! Por cierto, no pierdan la ropa de abrigo, nada más poner pie en suelo ruso, esto le pasó a un amigo de un conocido mío, y se acordó mucho de ello cuando pasaba un frío del carajo en la ascensión.
En el valle de Baksan, en Terskol, podemos aprovisionarnos de lo que queramos: comprar comida, gas, alquilar equipo, etc.
Seguros, permisos y burocracia varia. Conseguir un visado y no morir en el intento
Lo que debía ser un puro trámite, aquí supone toda una odisea. Primero, todo mortal no puede entrar en Rusia, le hará falta una carta de invitación. Como cuando vas a entrar en un club selecto o algo parecido, pero aquí estamos hablando de entrar en un país inmenso para hacer un poco de turismo. Así, que ya sabes, habrá que pedírsela al pariente ese que emigró a Rusia en busca del amor de su vida. Que no es su caso, pues no se, ya se le ocurrirá algo -pedírselo al hotel que hayan reservado, por ejemplo-. Otra historia es que deberán planificar todo el itinerario del viaje, trayectos, hoteles,… presentarán un itinerario pormenorizado de su estancia en el país -confirmar ruta-. Otro problema, por cierto, para la gente que le guste dejar estos detalles en manos del azar, destino y de gajes del momento. Habrá, además, que tener la reserva de algún hotel. Otro problemilla. Y además,….. Sencillito, ¿no? Y con todo ello presentarte en la embajada rusa de tu país y rezar por que te den el visado, o que no le entres por mal ojo al burócrata de turno. Por cierto, todo se soluciona si vas a una agencia y se pone algo de dinero sobre la mesa. Ni invitación, reservas, etc, bla, bla, bla, etc. A mi me huele que alguno esta sacando tajada de esto de los visado. Ojo, que hay gente que consigue sacarlo por su cuenta. Mucha paciencia, eso sí. Aquí tenéis un enlace con los trámites para conseguir el visado.
Una vez que estemos en suelo ruso, la burocracia no termina. Debemos registrar el pasaporte cuando estemos varios días en un mismo lugar. Los trámites los suelen realizar los hoteles en los que nos alojemos. Por otro lado, para visitar determinadas zonas del valle de Baksan tenemos que solicitar un permiso; son valles cercanos a la frontera con Georgia, para los cuales necesitamos el “border permit” -el Elbrus se encuentra fuera de estas zonas- . A la entrada de estos valles hay controles militares, que pueden solicitártelo. Unos amigos de un conocido accedieron a uno de estas zonas sin permiso, pero no es recomendable. Creo que no las tenían todas consigo, y a la incertidumbre de sortear el control para acceder al valle, se unía la de la vuelta. Para subir al Elbrus, en principio, no necesitamos un permiso especial; al menos yo no lo solicité.
Por tierra o por aire
El destino para llegar a la zona será Mineralnye Vody, generalmente, o Nalchik. Hay vuelos regulares desde Moscú y San Petersburgo. Las compañías que operan son:
– Aeroflot
– Siberian Airways
– KMV Airlines
– Pulkovo Airlines
Existe también la posibilidad de acceder en tren desde las principales ciudades rusas. Aunque creo que esta opción pueda ser menos cómoda, ya que las distancias dentro del país son enormes. Para que nos hagamos una idea el trayecto en tren desde Moscú nos puede llevar más de un día.
La llegada
Para que la llegada no mine la moral del más optimista, hay que tener en cuenta ciertas cosas. Sí volamos a la zona, nos dejarán en un aeropuerto más bien reducido -caso del de Mineralnye Vody-, en el que no habrá lugar para cambio de divisas. Esto lo tenemos que tener en cuenta de antemano, para no encontrarnos algo “vendidos” en el aeropuerto, y tener que echar mano de algún alma caritativa. Otra cosa a tener presente, sobre todo si llegamos de otras regiones o ciudades del país, como Moscú, es que, salvo que se defienda en la lengua rusa, aquí tendrá que hacer uso de la mímica y otras artes para hacerse entender. Además, por lo general, la paciencia en puestos burocráticos es muy limitada y, en más de una ocasión, verá como le despachan con no gran sutileza. Todo cambia con las gentes de «a pie», todo no puede ser tan negro.
En el aeropuerto existe la posibilidad de coger un taxi que nos lleve a la ciudad, donde podemos pernoctar en algún hotel; o bien podemos dirigirnos directamente al valle del Baksan. Para ello, si prima el tiempo, podemos coger un taxi que nos lleve hasta Terskol, lugar de inicio de la ascensión al Elbrus. Existen forgonetas en las que pueden entrar grupos más amplios. Si lo que nos sobra es el tiempo, podemos utilizar transporte público: furgonetas comunitarias, autobuses, podemos ponernos de acuerdo con gente local para coger un taxi, etc.
Terskol – Valle de Baksan
El valle de Baksan es uno de las más interesantes y pintorescas áreas en Kabardino-Balkaria. Es sin duda un valle remoto, un lugar olvidado, eso sí, salvo el último pueblo del valle, Terskol; donde se aglomeran todos los montañeros y turistas que llegan a la zona. Salvo en este pueblo, en el resto del valle, se encontrarán como extraños. Podéis visitar Tyrnyauz, para conocer una ciudad típica del valle. Las construcciones son rudimentarias, parecen ancladas en la época soviética; los transportes, los coches parecen sacados de una película ambientada en la guerra fría; y la estatua de Lenin no podía faltar.
Viajamos por una carretera con amplias montañas a izquierda y derecha, alturas de 4000 metros a cada lado, inmenso valle, impactante escenario, como para perderse unos días por esta zona. Al final del valle llegamos a Terskol. Aquí el ambiente cambia, se ven más extranjeros, más hoteles, nos podemos hacer entender en inglés -todo un lujo-; ya estamos a las puertas del Elbrus.
La ruta
Ya hemos llegado, aquí comienza la ascensión. Lo normal es acceder a Azau, final del valle, y coger unos teleféricos que nos llevan a 3.470 m, desde donde en un trecho más nos encontramos en Diesel Hut; a partir de aquí, en un día, se ataca la cumbre (ruta normal).
Pero como sabemos que no le van estas historias de teleféricos, gente y mas gente, ruido de orugas subiendo, etc, etc,….voy a proponerle otra ruta alternativa, agradable, que además nos ayudará a ir aclimatando paulatinamente, llena de ambiente y algo más de aventura.
Día 1 – Hasta luego Terskol, «volveremos triunfales»
Continua la aventura. Desde Terskol (2.125 m), comienza la caminata hacia la cumbre del Elbrus. En el mismo pueblo cogemos un camino. Se puede preguntar por el camino que lleva al observatorio. Se trata de una pista, que asciende primero por un bosque que luego se abre. En algo menos de media jornada llegamos al observatorio (3.050 m). Antes de llegar al mismo, al pie del camino, tenemos un refugio en el que podemos pasar la noche, o bien poner la tienda en unos entarimados anexos. Es un sitio cómodo para pernoctar y tenemos, asimismo, la posibilidad de coger agua en un arroyo cercano.
Día 2 – Ice camp (3.680 m)
A partir del observatorio va cambiando la pista a un camino menor sobre terreno volcánico, que más adelante va a pasar a ser una senda. El terreno es agradable, tonos rojizos alegran la vista y, al fondo, las lenguas glaciares recorriendo los valles terminar de completar la magnífica estampa. El recorrido no presenta grandes dificultades. Al pie del glaciar se encuentra Ice camp (3.680 m) que puede ser el final de nuestra jornada, si queremos seguir con una aclimatación paulatina. Podemos dormir en el refugio de Ice camp o bien en uno que nos encontraremos antes de llegar a esta altura.
Día 3 – Campo de grietas
Con el siguiente día confluiremos con la ruta normal. El trayecto que queda para ello, puede ser el más expuesto de toda la ascensión al Elbrus. Vamos a recorrer el glaciar de Terskol, con sus abundantes grietas esperándonos para dar un susto. Esta zona es conveniente acometerla de madrugada, antes que la nieve se empiece a derretir, y no olvidemos encordarnos. La zona es muy expuesta, vuelvo a repetir. Un conocido de un amigo de mi primo ya se llevo algún que otro susto por esta zona. Si hemos madrugado lo suficiente, llegaremos al último refugio de la ruta normal, Diesel Hut (4.157 m), campo base para acometer la cumbre, a muy buena hora para, si nos apetece, ascender unos cientos de metros más, para seguir con nuestra aclimatación. Diesel último es el último refugio que hay en la montaña. Se encuentran, también, los restos de otro antiguo refugio llamado Priut 11, que se quemó en 1998. Restos, ruinas, chatarra, junto demás basuras; avergonzante escenario que choca con las impactantes vistas que nos rodean. Nos unimos, así, con la ruta normal. Ruidos de orugas, gentío, aglomeración, nos dan la bienvenida. Existen zonas resguardadas donde podemos instalar la tienda de campaña.
Día 4 – Cumbre Elbrus (5.642 m)
Tendremos que madrugar. Comienza la escalada. En unas horas llegamos a un lugar llamado Pastukhova Rocks (4.690 m). Desde aquí el siguiente paso será llegar al collado que divide las dos cimas del Elbrus. La inclinación es mantenida y no presenta ningún problema técnico. Asimismo, dados los numerosos grupos que recorren la ascensión, el camino se encuentra señalizado. Cuando lleguemos al collado tenemos que hacer una travesía ascendente en diagonal hacia el cono volcánico. Sólo faltan los últimos metros. Has llegado a la cumbre del Elbrus (5.642 m); montaña más alta de Europa. Enhorabuena.
Día 5 – Bajada a Terskol
Aquí, que cada uno se lo organice como le parezca; ruta normal o de nuevo por la alternativa. Al fondo del valle nos espera Terskol, y una buena jarra de cerveza, «salud salados arriba esos vidrios».