De playeo a Palanga
El día ya está llegando a su fin, cuando llegamos a Palanga. No íbamos a dejar de visitar el lugar, la guía tiene la culpa: “fiesta loca en Palanga: beber y bailar toda la noche y admirar luego el amanecer desde el muelle”. Como borreguitos.
A día pasado, puedo pensar: llegar a esas horas sin alojamiento puede no ser lo más oportuno; pero, en su momento, cuando ya nos veíamos durmiendo en la playa y aparecía la sonrisa de impotencia, tras cada hotel, casa, hostal… que nos cerraba la puerta por “lleno”, “lleno”…, los pensamientos eran más sangrantes.
“Chavales, yo me rindo, no hay donde dormir, a la playa”, nos decía un americano, que ya había desistido. Pero la cabezonería navarra tenía que dar sus frutos: un taxista que te lleva a otro, que te manda a una esquina de la calle, donde suelen ofrecer habitaciones. Y así, encontramos nuestra preciada habitación in extremis.
Palanga es una ciudad muy turística, centro vacacional con playas llenas de gente, calles abarrotadas. La masificación playera, que bien conocemos. Muchas cosas de estas, creo que no las decía la guía.
Por cierto, si terminamos en una discoteca toda la noche, aunque no admiramos luego el amanecer desde el largo muelle de la playa.
Post correspondiente a la serie «Periplo por los Países Bálticos”
1. Kaunas: primer día en Lituania
2. El momento
3. La barroca Vilna
4. El socialismo de Vilnius
5. La Colina de las Cruces
6. De playeo a Palanga
7. Klaipeda y el Istmo de Curlandia
8. La resurgida Riga
9. La medieval Tallinn
10. “Bueno gente, esto se está empezando a acabar…”
11. Narva: a cuatro brazadas de Rusia
12. Parque Nacional de Lahemaa: los bosques sobre el mar
13. Helsinki: última parada
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